Los usos de la placenta desde la antigüedad
Desde hace muy pocos años las
mujeres argentinas comenzamos a conocer que la placenta que nuestro cuerpo crea
junto con el bebé, puede ser mucho más que un desperdicio o “residuo
patógeno” como lo
nombra la medicina.Encontrar información sobre sus usos en nuestras culturas ancestrales, es embarcarse en una gran aventura, navegar horas en internet, pedir colaboración con colegas de otros países, bucear en busca de algún estudio, libro, escrito, etc, etc, etc. Como nos hemos desconectado de nosotros mismos! Pero por suerte somos muchas las mujeres que abrimos los ojos a nuestra esencia femenina, abrimos los oídos a nuestras voces internas, tendemos manos y redes para juntas despertar.
El uso de la placenta no es una
moda que impuso Tom Cruise y su mujer, esto va mucho más allá. Hoy se sabe que cada Placenta es única y responde al código genético de cada mujer, por ello la fórmula de esta medicina es individual, fabricada a la medida de cada mujer en particular, por su propio organismo. Al reincorporar la placenta al cuerpo de la madre se reintroduce lo que originalmente la placenta tomó de ella. Las células tienen el mismo ADN que el bebé, durante la concepción las células tenían la misma información genética tanto para ser bebé como para ser placenta. Por eso algunas culturas hablan del clon o gemelo del bebé.
Su uso lo podemos encontrar en antiguo
Egipto, quienes consideraban a la placenta Real como el alma gemela del Faraón.
En Egipto las mujeres parían en habitaciones especiales acompañadas de las
comadronas y una vez alumbrada la placenta, se la conservaba para ser utilizada
posteriormente para fabricar remedios.
El cordón umbilical era cortado con un cuchillo especial después de la expulsión de la placenta, ambos tenían asociaciones mágicas y se creía que estaban investidos de un alter ego espiritual o doble de la criatura.
La placenta, a menudo, era enterrada en la casa o arrojada al Nilo para segurar la supervivencia del niño, mientras que el cordón se dejaba secar y se conservaba para acompañar al individuo, incluso a la tumba.
La madre mordía su propia placenta, ya que le otorgaba un gran valor simbólico. La palabra Egipcia para denominar a la placenta, "mut rmetj" quiere decir madre de la humanidad.
En China, la Placenta se considera un remedio contra la vejez, y ha sido usada por más de 2000 años: Qin Shihuan, el primer emperador de la China Unida, fue el primero en descubrir sus propiedades curativas hace 2.200 años. Las creencias Chinas relacionadas con la placenta afirman que la misma es una fuerza dadora de vida. Es por ello que la Placenta es sacada y agregada en algunas recetas que contienen Placenta, a fin de incrementar la energía y vitalidad de la persona que consume dicha receta. En China la medicina de Placenta la usan los hombres para aumentar el conteo de esperma.
En Indonesia, la Placenta es considerada como un mellizo del bebé, o como su hermano mayor, y actuará como el ángel guardián del bebé a lo largo de toda su vida. Es por ello, que la misma deberá ser tratada con mucho cuidado, y luego será sepultada de acuerdo a las tradiciones específicas. Es responsabilidad del padre limpias, envolver y enterrar la Placenta el día del parto.
Los nativos de Bali creen que a su muerte, su Placenta hace por ellos la mitad del camino hacia el paraíso. Mientras que en Java ella podría ser protector de la madre y el bebé.
En Europa hasta mediados del siglo XVII, se pensaba que era la otra mitad del niño/a.
El pueblo Islámico también guardaba la Placenta después del nacimiento, la cual era enterrada en un ritual exclusivamente femenino.
En muchas culturas de todo el mundo sigue viva la necesidad de enterrar la Placenta. Desde los pueblos de los Andes a las culturas Indonesias, es habitual enterrar la Placenta bajo la casa en una caja de forma especial. Al igual que los alemanes de los siglos XVII y XVIII, las mujeres temen que el alma de su hijo/a sufra por la separación del órgano que le dio de comer y le dio la vida. Tal sufrimiento se considera que afecta al futuro desarrollo del niño/a. Las mujeres turcas afirman que esta costumbre aún existe entre ellas y que fue introducida en el país por los árabes del oeste.
En Yemen dejan la Placenta en el techo de la casa para que los pájaros se la coman y se cree que con
esto el amor de la pareja crece.
Un estudio sobre orígenes de la vida humana, según las aalansajoób (parteras) mayas peninsulares de hoy, recopiló información sobre el destino de la Placenta después del alumbramiento: es enterrada en pozos secos profundos: esto es solo en caso de las niñas, ya que con el tiempo, al casarse, son comparadas con los pozos que se desfondarán. En el caso de los varones, la Placenta es enterrada junto a la mata de coco o junto al tronco K'úumché (pariente vegetal de la ceiba, mítico árbol relacionado con la creación del género humano), debido a que el niño necesita mucha fuerza para no desgastarse, y eso solamente pueden dárselo los árboles, el Ché, nombre genérico del árbol, también es uno de los nombres para el pene, el ché del niño, el Ché del hombre.
de un bonete
Según otras versiones, después que el niño nace, se toma la Placenta y se bendice junto con la sangre expulsada, se limpia con algún trapo la sangre derramada y se quema. En otras, se le pone sal para conservarla. Pero Sin embargo, encontramos que en otras versiones, no se acepta el entierro de la Placenta y la sangre, ya que se cree que ésta puede cobrar vida y causar daño, por lo que hay que desintegrarla para evitar su corporación nuevamente.
El cordón umbilical era cortado con un cuchillo especial después de la expulsión de la placenta, ambos tenían asociaciones mágicas y se creía que estaban investidos de un alter ego espiritual o doble de la criatura.
La placenta, a menudo, era enterrada en la casa o arrojada al Nilo para segurar la supervivencia del niño, mientras que el cordón se dejaba secar y se conservaba para acompañar al individuo, incluso a la tumba.
La madre mordía su propia placenta, ya que le otorgaba un gran valor simbólico. La palabra Egipcia para denominar a la placenta, "mut rmetj" quiere decir madre de la humanidad.
En China, la Placenta se considera un remedio contra la vejez, y ha sido usada por más de 2000 años: Qin Shihuan, el primer emperador de la China Unida, fue el primero en descubrir sus propiedades curativas hace 2.200 años. Las creencias Chinas relacionadas con la placenta afirman que la misma es una fuerza dadora de vida. Es por ello que la Placenta es sacada y agregada en algunas recetas que contienen Placenta, a fin de incrementar la energía y vitalidad de la persona que consume dicha receta. En China la medicina de Placenta la usan los hombres para aumentar el conteo de esperma.
En Indonesia, la Placenta es considerada como un mellizo del bebé, o como su hermano mayor, y actuará como el ángel guardián del bebé a lo largo de toda su vida. Es por ello, que la misma deberá ser tratada con mucho cuidado, y luego será sepultada de acuerdo a las tradiciones específicas. Es responsabilidad del padre limpias, envolver y enterrar la Placenta el día del parto.
Los nativos de Bali creen que a su muerte, su Placenta hace por ellos la mitad del camino hacia el paraíso. Mientras que en Java ella podría ser protector de la madre y el bebé.
En Europa hasta mediados del siglo XVII, se pensaba que era la otra mitad del niño/a.
El pueblo Islámico también guardaba la Placenta después del nacimiento, la cual era enterrada en un ritual exclusivamente femenino.
En muchas culturas de todo el mundo sigue viva la necesidad de enterrar la Placenta. Desde los pueblos de los Andes a las culturas Indonesias, es habitual enterrar la Placenta bajo la casa en una caja de forma especial. Al igual que los alemanes de los siglos XVII y XVIII, las mujeres temen que el alma de su hijo/a sufra por la separación del órgano que le dio de comer y le dio la vida. Tal sufrimiento se considera que afecta al futuro desarrollo del niño/a. Las mujeres turcas afirman que esta costumbre aún existe entre ellas y que fue introducida en el país por los árabes del oeste.
En Yemen dejan la Placenta en el techo de la casa para que los pájaros se la coman y se cree que con
esto el amor de la pareja crece.
Un estudio sobre orígenes de la vida humana, según las aalansajoób (parteras) mayas peninsulares de hoy, recopiló información sobre el destino de la Placenta después del alumbramiento: es enterrada en pozos secos profundos: esto es solo en caso de las niñas, ya que con el tiempo, al casarse, son comparadas con los pozos que se desfondarán. En el caso de los varones, la Placenta es enterrada junto a la mata de coco o junto al tronco K'úumché (pariente vegetal de la ceiba, mítico árbol relacionado con la creación del género humano), debido a que el niño necesita mucha fuerza para no desgastarse, y eso solamente pueden dárselo los árboles, el Ché, nombre genérico del árbol, también es uno de los nombres para el pene, el ché del niño, el Ché del hombre.
de un bonete
Según otras versiones, después que el niño nace, se toma la Placenta y se bendice junto con la sangre expulsada, se limpia con algún trapo la sangre derramada y se quema. En otras, se le pone sal para conservarla. Pero Sin embargo, encontramos que en otras versiones, no se acepta el entierro de la Placenta y la sangre, ya que se cree que ésta puede cobrar vida y causar daño, por lo que hay que desintegrarla para evitar su corporación nuevamente.
El cordón umbilical seco y caído es puesto en
los altares donde se marcan los confines del poblado o sea, en las capillas de
las salidas, con la creencia de que el niño no temerá a la obscuridad y podrá
hacer viajes sin temor.
Otro aspecto del origen simbólico muy importante
en la tradición y la cultura maya, es el significado que tiene las prominencias
similares a botones que aparecen en la placenta; ya que en ellos se puede ver
la cantidad de hijos que podría tener la parturienta; muchas veces, el medio de esterilización empírica utilizada, es el de reventar dichas prominencias hasta dejar solamente la cantidad que represente a los hijos deseados; este método es completo, ya que permite saber cuáles serán niños o niñas: porque según los informes, las prominencias rojas y negras representan a los niños y las blancas a las niñas.
la cantidad de hijos que podría tener la parturienta; muchas veces, el medio de esterilización empírica utilizada, es el de reventar dichas prominencias hasta dejar solamente la cantidad que represente a los hijos deseados; este método es completo, ya que permite saber cuáles serán niños o niñas: porque según los informes, las prominencias rojas y negras representan a los niños y las blancas a las niñas.
La placenta entre los mayas yucatecos es considerada como una cuestión personal e íntima que amerita una atención particular. La manera en que se dispone de ella influencia no solo el destino del recién nacido sino también la fecundidad futura de la madre.
Un estudio realizado en el pueblo
Mapuches entrevistando a las mujeres de la comunidad cuenta que
también tenían usos destinados para la
placenta. Las mujeres Mapuches de la actualidad mencionan que la placenta se
lee, interpreta y se dispone de ella de acuerdo a las reglas de su cultura. La
lectura de la placenta fue concebida como un acto cultural vital para conocer
el destino del niño y evitarle sufrimientos en la vida. Esta lectura es realizada
por mujeres expertas de la comunidad quienes ayudan a la parturienta a tener a
sus hijos: “la peñeñelchefe (partera, matrona empírica) mira bien la placenta,
la da vuelta con cuidado y le dice todo lo que le va a pasar, dice como va a
ser el niño, como va a ser su carácter, asi una ya esta preparada”. Por otra
parte, se planteó que la placenta tiene pertenencia, pues lleva el espíritu de
la madre y del niño, por lo tanto debe tener una buena disposición final. Las
mujeres mencionaron que la placenta debe ser enterrada debajo de un árbol
nativo o frutal, lo cual daría protección y fortaleza física al niño.
En la región del altiplano de
Perú, la gente cree que durante el embarazo, una mujer lleva dentro de ella dos
vidas; el feto y la placenta. Aunque la placenta es sacada del ambiente materno
solamente para ser descartada. Debido a la fuerza del vínculo, la creencia
estima que la placenta opera como el doble del individuo con el que compartió
el útero. El efecto de esta creencia es que la placenta sirve como un vehículo
a través del que pueden ser canalizados los elementos buenos y los malos, tanto
hacia la madre como hacia el niño.
Para los campesinos, la placenta
está asociada a fuerzas malévolas, se la considera como una fuente de peligro,
como el lugar de una magia simpática y como una amenaza potencial para el niño,
la madre y la comunidad. En los Andes peruanos se toma un especial cuidado en
la preparación así como en los métodos prescritos para disponer de la placenta,
siguiendo costumbres ancestrales.
El procedimiento normal para la
preparación de la placenta entre los grupos de quechua-hablantes que Lago Titicaca, es lavarla inmediatamente después que ha sido
expelida. Esta tarea es considerada especialmente peligrosa porque se cree que
el contacto con la placenta daña los ojos y lastima las manos. Por esta razón
generalmente es una mujer vieja a la que se le paga para realizar la tarea.
Después que la placenta es lavada, debe ser quemada en leña hasta que se
convierta en polvo.
viven cerca del
viven cerca del
El método tradicional para
disponer de la placenta entre los Collas, es enterrar las cenizas placentarias
junto con coca, grasa animal, incienso, herramientas en miniatura y otros
implementos copiados de los usados en la vida cotidiana de los adultos. La
placenta de un niño es enterrada con la figura de un arado de pie, una pala o
un pico; la de las niñas está acompañada por un huso, un telar, una azada y/o
una cuerda para tejer cinturones. De esta manera pretenden influenciar en el
futuro, asegurándose de que cuando el recien nacido crezca,
será un buen trabajador. El poder de la placenta para influenciar el curso de futuros acontecimientos, afecta no solamente al individuo y su familia más cercana, sino que tiene también implicaciones para la comunidad. Una placenta inadecuadamente enterrada puede llevar a la enfermedad afectando a toda la comunidad.
será un buen trabajador. El poder de la placenta para influenciar el curso de futuros acontecimientos, afecta no solamente al individuo y su familia más cercana, sino que tiene también implicaciones para la comunidad. Una placenta inadecuadamente enterrada puede llevar a la enfermedad afectando a toda la comunidad.
En el proceso del nacimiento, la
placenta representa una entidad exactamente opuesta al niño, como la sombra es
el reflejo de la vida. Mientras que el niño es de reconocible forma humana, la
placenta no tiene forma; el niño tiene el potencial de traer alegría a la
madre, mientras que la placenta puede traerle muerte e infortunio.
Para algunas familias campesinas
andinas, las disposiciones aplicadas a la preparación y disposición de la
placenta concluyen formalmente un nacimiento. Son parte integral de la
protección del niño, la madre y la comunidad, como sería “la bendición de la
maternidad” en la iglesia católica.
En un nivel muy elemental, los
rituales andinos de la placenta funcionan como formas de tratar con lo
desconocido. Son métodos para organizar la experiencia en unidades
significativas y para influenciar en acontecimientos sobre los que la gente
tradicional no podría tener control de otra manera.
Sin dudas esto es una pequeña
reseña, por lo que me comprometo a seguir investigando sobre la utilización de
la placenta a lo largo de la historia y de las distintas culturas.
En Australia hacen un collar como símbolo de protección contra las enfermedades del niño.
En Australia hacen un collar como símbolo de protección contra las enfermedades del niño.
Natacha
Bibliografía y sitios consultados:
Wikipedia: Medicina en el antiguo Egipto
Wikipedia: Medicina en el antiguo Egipto
Gestación y nacimiento en el Antiguo Egipto Drs. Alberto Ramos, Dulce Mata
La Cultura del Cuerpo en el Islam (Nacimiento y muerte del cuerpo y la
circuncisión)
Ayman Alshboul Yarmouk University, Irbid –
Jordan
Creencias Mapuche sobre el
embarazo, el parto y el puerperio. Conversaciones privadas. Ana M.
Alarcón y Yolanda Nahuelcheo S.
La placenta, la sombra de la vida en las creencias andinas peruanas.